lunes, 4 de julio de 2011

El Trastorno Específico del Lenguaje

La definición más característica sobre Trastorno Específico del Lenguaje procede de la ASHA (American Speech- Language- Hearing Association, 1980): “Un trastorno de lenguaje es la anormal adquisición, comprensión o expresión del lenguaje hablado o escrito. El problema puede implicar a todos, uno o alguno de los componentes fonológico, morfológico, semántico, sintáctico o pragmático del sistema lingüístico. Los individuos con trastornos del lenguaje suelen tener problemas de procesamiento del lenguaje o de abstracción de la información significativa para el almacenamiento y recuperación por la memoria a corto plazo”.
Como puede apreciarse por la definición el TEL no constituye una categoría clínica como una categorización global (Aram, 1991), sino que se trata de un conglomerado de subcategorías o de subgrupos con posibles factores causales diferentes. Esto lleva a preguntarnos si el término TEL engloba una serie de trastornos diferentes. En la actualidad el problema se aborda desde la heterogeneidad de la población TEL (Mendoza, 2001).
El trastorno específico del lenguaje es un trastorno que afecta a una cantidad de niños que oscila entre 0.6 % y el 7.4%, obedeciendo dichas diferencias a los criterios para clasificarlos y a la edad de los propios niños.
Uno de los problemas con los que nos encontramos al referirnos a la población TEL consiste en no saber qué tipo de niños, con qué problemas y con qué perfiles lingüísticos nos estamos refiriendo. Para ayudarnos en esta tarea se han propuesto una serie de criterios de identificación. Por una parte están los criterios de identificación por inclusión y exclusión que se refieren a los requisitos mínimos que un individuo debe tener para ser incluido dentro de la población TEL, o por el contrario, los problemas y alteraciones que se deben presentar para identificar a un individuo como TEL. Según el criterio de inclusión forman parte de la población TEL los niños con un nivel cognitivo mínimo, que superen un screening auditivo en frecuencias conversacionales y no presentar ni lesión cerebral ni un cuadro autista. Por el contrario si nos basamos en el criterio de exclusión no formarán parte de TEL los individuos que presenten retraso mental, deficiencia auditiva, disturbios emocionales severos, anormalidades bucofonatorias, signos neurológicos claros, o trastornos del lenguaje provocados por factores adversos tanto socioculturales como ambientales. Pero no se puede ser tan tajante, ya que se ha comprobado la coexistencia de TEL con retraso mental, con hipoacusia y con otros trastornos.
Otro criterio utilizado es el de la discrepancia donde se asume que los niños que presentan TEL deben tener una diferencia de 12 meses entre edad mental o cronológica y lenguaje expresivo, 6 meses de diferencia entre edad mental o cronológica y lenguaje receptivo o 12 meses de diferencia entre edad mental o cronológica y edad lingüística compuesta (lenguaje expresivo y receptivo).
Se puede identificar TEL en base a su evolución lo que supone un gran obstáculo ya que le damos el carácter de duradero y resistente.
El último criterio utilizado de identificación de TEL es el criterio por especificidad se entiende que los niños con TEL no pueden presentar otras patologías y se asume la normalidad de los individuos TEL en todos los aspectos excepto en el lingüístico. Este criterio es el que da lugar a una serie de investigaciones en las que se encuadra la memoria de trabajo foco de interés de este trabajo.
Las primeras investigaciones sobre la presencia de determinadas deficiencias cognitivas en niños TEL derivaron de los estudios piagetianos sobre pensamiento lógico u operatorio. En todas ellas se utilizaron una serie de tareas de índole cognitiva no estandarizadas donde los requisitos verbales eran mínimos. Los niños presentaban un retraso significativo en tareas operatorias, tales como resolución de problemas espaciales, tareas numéricas, razonamiento lógico y razonamiento imaginativo. En estos primeros pasos en la búsqueda de un déficit cognitivo no se pudo establecer un cuadro de déficit que explicaran el trastorno del lenguaje en TEL.
La siguiente generación de estudios cognitivos en niños TEL es la que se define como orientación de bottom- up en la que se asume que las funciones consideradas superiores como, por ejemplo, el lenguaje se ven afectadas y dependen del funcionamiento de otras funciones más básicas y psicológicamente menos complejas como pueden ser, la memoria, la atención… Se ha investigado la relación entre procesamiento perceptivo y TEL encontrándose un dificultad de estos niños para diferenciar sonidos de corta duración y secuencia rápida. Los TEL también están enlentecidos en tareas de denominación, evocación de palabras y en tareas no lingüísticas. (Mendoza, 2001)
Se han relacionado también los trastornos del lenguaje con memoria. Se ha visto que los niños TEL presentan problemas a nivel de memoria de trabajo que es una parte de la memoria a corto plazo que está involucrada en el procesamiento y almacenamiento temporal de la información. Baddeley y Hitch (1974) sugieren que la memoria de trabajo juega un papel importante en el soporte un rango amplio de actividades cognitivas diarias entre las que se encuentra el lenguaje (Gathercole y Baddeley, 1993). La relación existente entre memoria de trabajo y lenguaje se ve confinada a la asunción de la necesidad de procesar la información lingüística entrante y almacenarlas durante un espacio de tiempo para poder enfrentarse con existo a la entrada lingüística y así llegar a una correcta comprensión. Un fallo en este sistema ya sea de almacenamiento o procesamiento de la información lingüística en este caso llevaría a problemas en comprensión.

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